Los hermanos Forastiero viven su primera experiencia juntos
Por volear
  
Jueves, 27/12/2012
Los hermanos Ignacio y Valentín Forastiero compartieron una infancia ligada al voley en Coronel Vidal, ciudad con que se los identifica, aunque ambos nacieron en Mar del Plata, donde ahora defienden los colores de Buenos Aires Unidos.
Pese a que los dos abrazaron desde chicos la pasión por el voley y que pasaron por el mismo club, hasta por las manos de los mismos entrenadores en muchos casos, nunca habían coexistido en un mismo equipo. Acaso por la diferencia de edad que los separa (cinco años), ni siquiera pudieron juntarse en divisiones formativas. En esta temporada, el conjunto bonaerense les ha dado esa posibilidad, toda una novedad que ambos aceptan felices. Es casi como volver el tiempo atrás para estos hermanos, cuando improvisaban una red para jugar en cualquier lugar de la casa.

¿Cómo fueron los comienzos con el voley?
Ignacio: Yo jugaba el tenis de chiquito, más o menos hasta los 12 años. Pero se fue un profesor, se acabó el tenis y las opciones que quedaban eran fútbol o voley. Justo ahí arrancaba el Javier Tadey con River. Mi hermana más grande ya jugaba ahí y arrancamos con un grupo cuyos integrantes siguen siendo hoy mis mejores amigos de la vida. Así empecé.

Valentín: Me acuerdo que cuando yo tenía unos siete años iba a ver todos los entrenamientos de él. Eran de noche y cada vez me iba entusiasmando más. De a poco Tadey me ponía a entrenar cuando faltaba alguno, me gustó y arranqué.

Después de bancarse todos los pelotazos en el puesto de ustedes, ¿dan ganas de pegarle un poco a la pelota?
Ignacio: Creo que se siente la necesidad de descargar, querer meter un punto. Incluso por el reconocimiento, porque muchas veces el trabajo del líbero pasa inadvertido para los que no saben demasiado de voley. Pegarle a la pelota te da la posibilidad de descargarte por un error, por ejemplo. Porque a veces te equivocás y quedás muy expuesto, y si recibís perfecto o hacés una gran defensa, no se nota tanto.

Valentín: Coincido. En el ataque te desquitás enseguida y es la forma más rápida de olvidarte de un posible error. Nosotros no tenemos esa posibilidad, entonces aprovechamos en los entrenamientos, cuando todos paran a tomar agua y descansar, y seguimos ahí, en la cancha, para atacar un rato.

¿Es la primera vez que juegan juntos?
Valentín: Sí, es la primera vez. Nacho había venido a entrenar a mi club, Italiano, en el Metropolitano, cuando él estaba de vacaciones, antes de venirnos para Mar del Plata. Ahí empezamos a descubrir lo que iba a ser entrenar juntos y es hermoso, tal como lo imaginé.

Ignacio: No habíamos coincidido en ningún equipo, pero con todas las veces que jugamos en mi casa… Y también jugamos juntos un torneo de beach volley el año pasado, así que experiencia tenemos. A los dos nos gusta mucho el deporte y sobre todo lo que hacemos.

¿Y en contra jugaron muchas veces o no tantas?
Valentín: No tantas. El año pasado recién jugamos en contra por Liga Argentina, cuando él estaba en Catamarca y yo en “BAU”. Porque cuando Nacho estaba en Chubut, yo estaba en Tigre pero casi no jugaba.

Ambos coinciden en que es un sueño estar juntos en el mismo equipo y que se llevan muy bien. ¿De chicos se peleaban como suele suceder con los hermanos?
Valentín: La verdad es que nos llevábamos muy bien. Por ahí es lo normal que los hermanos se peleen, pero nosotros no nos peleábamos nunca. Las únicas gastadas o peleas eran por el tema del deporte y surgían porque la mayoría de las veces yo le ganaba. Estábamos uno o dos días sin hablarnos y después volvía todo a la normalidad.

Ignacio: Yo no desmiento nada. Sólo digo que a Valentín hay que creerle la mitad de todo lo que dice. Pero es verdad que nos peleábamos poco o nada en comparación de todo lo que compartíamos juntos. Como todo hermano más chico y molesto, él se integró a mi grupo de amigos y vivimos muchas cosas.

¿Cuándo empezaron a jugar se imaginaban que iba a ser profesionales?
Ignacio: No, para nada. Yo particularmente empecé por los viajes, los amigos y porque no había tantas opciones para elegir. A los dos nos gusta mucho el deporte, pero de chicos nunca lo pensamos como un trabajo. Se fue dando naturalmente. En mi caso, después que se jugó el TNA y se ganó el ascenso, me ofrecieron como primera opción a Rosario Sonder y ni lo dudé. Me fui para allá.

Seguramente debe ser duro entrenar mucho y jugar poco, como en tu caso. ¿Es más fácil si el que está adelante tuyo es tu hermano o todo lo contrario?
Valentín: Es más llevadero, porque al no jugar y verlo jugar a él es como que disfruto todavía mucho más cuando se gana un partido. Y sobre todo, disfruto de verlo jugar, porque yo lo seguía siempre para todos lados con mi familia y cuando se hizo profesional lo podía ver sólo cinco o seis partidos por año. Ahora lo veo todos los partidos, compartimos los entrenamientos, los viajes, así que me pone muy feliz.

¿Otro deporte que al margen del voley?
Valentín: Me gustan todos, si tengo que elegir, fútbol y básquet me gustaban mucho, y tuve la posibilidad de jugar al básquet, pero me incliné por el voley.

Ignacio: Igual que él, fútbol y básquet, sin dudas.


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