Se trata de la diabrótica virgífera, un gusano que se alimenta del maíz y que en cada campaña provoca pérdidas por mil millones de dólares en los Estados Unidos. En los últimos años, el problema también involucró a la soja y se extendió hasta Europa, con la posibilidad de llegar a la Argentina.
Avanzar en el control de la mayor plaga que afecta a la agricultura de Estados Unidos ahora es una posibilidad gracias a un hallazgo científico llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) junto con la Universidad de Illinois. La plaga, llamada diabrótica virgífera, ya llegó a Europa y podría instalarse en la Argentina. Encontramos el punto débil del insecto, dijo a Argentina Investiga Jorge Zavala, investigador de la Cátedra de Bioquímica, quien inició los estudios sobre esta plaga mientras hacía su postdoctorado en la Universidad de Illinois, junto a científicos estadounidenses y argentinos.
El descubrimiento revela la causa de un extraño comportamiento del gusano que intrigó a los investigadores durante años, por su capacidad de cambiar la conducta alimenticia en breves períodos de tiempo, y permitiría comenzar a desarrollar nuevas tecnologías para encontrar soluciones a un problema de gravedad.
Diabrótica virgífera afecta a unas 15 millones de hectáreas en EEUU, sobre una superficie total de 40 millones de hectáreas sembradas con el cultivo, con mermas de rendimiento equivalentes a 800 millones de dólares y otros 200 millones que se pierden por costos de aplicación de agroquímicos. En Argentina, si bien no se encuentra esta especie (sí la diabrótica speciosa, pero que no es una plaga), existe una luz amarilla al respecto, dado que en los últimos años logró cruzar el océano y llegar hasta Europa.
Originalmente este insecto se alimentaba de zapallos, pero hace tiempo comenzó a nutrirse del maíz (las larvas se alimentan de sus raíces y producen el vuelco del cultivo) y, favorecido por el monocultivo, se hizo plaga. Los agricultores del Corn Belt (el cinturón maicero estadounidense) encontraron en la rotación con soja una estrategia eficiente para controlarla, hasta hace 15 años, cuando los insectos volvieron a esquivar los intentos del hombre por mantenerlos a raya de la producción y sumaron a la soja como parte de su dieta. Con esto, provocaron un problema mayor, ya que este cultivo se siembra sobre otras 29 millones de hectáreas en el país del norte.
Según explicó Zavala: Hubo una selección muy extraña, porque una parte de los insectos comenzó a poner sus huevos en soja (que no es su alimento normal), en los mismos campos que al año siguiente se cultivaban con maíz. Así se generó una nueva población que saltó la rotación. Llama la atención cómo un insecto puede depositar sus huevos en una planta (la soja) que no es adecuada para su progenie, ya que las raíces de soja no son un alimento apropiado para las larvas de diabrótica. Sobre todo porque la soja tiene una serie de compuestos antidigestivos (llamados inhibidores de proteasa) que actúan como defensas contra sus predadores.
La clave
Durante su estadía post doctoral en la Universidad de Illinois, Zavala encontró las diferencias entre la diabrótica virgífera de tipo salvaje y la variedad resistente a la rotación para tolerar las defensas de la soja, una capacidad que hasta ahora no había podido ser explicada por la ciencia. Recolecté los insectos adultos en el campo, medí la actividad de las enzimas en sus intestinos y comprobé que los resistentes a la rotación tienen una mayor actividad que los tradicionales y una mayor supervivencia, sostuvo.
En los últimos tres años, tras regresar a la Argentina, Zavala continuó realizando sus estudios desde la Facultad de Agronomía en colaboración con los profesores Manfredo Seufferheld y Joseph Spencer, de la Universidad de Illinois, y Matías Curzi, de la Cátedra de Bioquímica de la FAUBA. A partir de entonces, incorporaron a la investigación una mayor cantidad de poblaciones y de repeticiones para reforzar su validez científica. Era algo muy nuevo y con gran impacto en el mercado, por eso queríamos estar seguros antes de publicar, advirtió.
Estas investigaciones permitieron encontrar una de las principales causas por las cuales el insecto se volvió resistente: Empezó a expresar una mayor cantidad de enzimas tolerantes a los compuestos antidigestivos. No significa que los adultos puedan comer soja eternamente, pero pueden sobrevivir hasta siete días, tiempo suficiente como para oviponer en la soja y, al año siguiente, permitir que las larvas causen daños severos en los cultivos de maíz. La variedad salvaje no se alimenta de soja y, si come, muere al poco tiempo.
Ahora conocemos la importancia de los inhibidores y sabemos que también pueden ser el punto débil del insecto, con lo cual podemos empezar a trabajar en la solución. Desde el punto de vista de la manipulación genética, podríamos sobre expresar estos inhibidores u otras defensas de la soja para que los insectos no las puedan tolerar, por ejemplo, dijo Zavala, y advirtió: Hasta ahora, la biotecnología no logró dar respuestas al problema. Si bien hace unos cuatro años se anunció un evento biotecnológico efectivo en maíz contra de diabrótica, ya comenzaron a encontrarse resistencias a la toxina del BT.
Fuente: Universidad de Buenos Aires
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