Entusiastas astrónomos creen que para esa fecha el ser humano habrá encontrado otros sistemas de vida.
Los astrónomos que observan la nebulosa planetaria Abel 30, a 5.500 años luz de distancia de la Tierra, mostraron reveladoras imágenes que para ellos corresponden al futuro destino de nuestro Sistema Solar, dando pocas esperanzas para la Tierra, según informó esta semana la Agencia espacial Europea (ESA).
Este trágico futuro que tardará aún unos miles de millones de años, ya fue descrito en el pasado, pero entusiastas astrónomos creen que para esa época ya habrán encontrado otro sistema de vida en el vasto espacio más cercano.
En la imagen se ve un viento estelar bombardeando densos cúmulos de materia.
Esto proporciona una escalofriante imagen del futuro que le podría esperar a la Tierra y al resto de planetas de nuestro Sistema Solar dentro de unos pocos miles de millones de años, según ESA.
En estos millones de años, un breve espacio de tiempo para los astrónomos, el Sistema Solar se verá como una nebulosa planetaria, en que los intensos vientos expulsarán capa tras capa del Sol en los últimos momentos de su vida.
El nombre de nebulosa planetaria, viene de la expresión usada por los astrónomos del siglo XVII, relata ESA, pues ellos decían que estas capas se parecían a los borrones de los planetas. Sin embargo, lo que realmente se conoce hoy es que cuando una estrella se consume y llega a tener una masa menor que ocho veces la de nuestro Sol, se infla. Esto lo experimentan las estrellas en sus últimas etapas de vida, cuando se convierte en una gigante roja.
En esos momentos la estrella empieza a expulsar sus propias capas con intensos vientos estelares expulsándolas al espacio.
La radiación ultravioleta emitida por el núcleo remanente ilumina las capas de materia expelida, dando lugar a complejas obras de arte que somos capaces de contemplar con la ayuda de los telescopios modernos, informa ESA.
Hace unos 12.500 años terrestres la estrella Abell 30 se enfrentó a esta muerte y un denso viento estelar la fue despejando de sus capas externas una a una. Las imágenes de telescopios ópticos la muestran como una gran cáscara brillante, prácticamente esférica, que se expande por el espacio.
Los astrónomos de ESA captaron también que
hace unos 850 años, la estrella volvió a cobrar vida, tosiendo violentamente nudos de helio y materia rica en carbono.