Combate las fumonisinas, que son toxinas que se acumulan al momento de la cosecha y producen trastornos en humanos y animales
Investigadores de la UNRC desarrollaron y patentaron un biofungicida que ayudará a disminuir la acumulación de pesticidas sintéticos en el medioambiente agrícola. Se trata de un formulado biológico para el maíz que por los múltiples requisitos con que cumple es único a nivel mundial.
Este bioformulado posiciona competitivamente al país con una innovación tecnológica que impacta en el sistema agroalimentario de manera directa sobre la calidad de la producción de maíz, e indirecta por el beneficio que produce el consumo, ya sea humano o animal, de un alimento libre de fumonisina B1, lo que representa también uno de los aspectos más relevantes del proyecto.
La doctora Miriam Etcheverry, docente de Ciencias Exactas, Investigadora Principal del CONICET y directora del equipo que realizó el trabajo, destacó que esta es una innovación tecnológica que contribuye a la responsabilidad ambiental en el uso de fungicidas por los miembros de la comunidad productiva que buscan el desarrollo económico a través de una agricultura sustentable. Y contribuye a despertar la conciencia social de mejorar la calidad de vida y el respeto por el prójimo.
Su aplicación provoca un impacto positivo en diversos aspectos de la comercialización del maíz para sus diferentes usos. Por un lado, evita la ingesta de un maíz contaminado con fumonisinas, contribuyendo a la inocuidad alimentaria de los consumidores, y permite darle valor agregado al grano para su transformación en subproductos de exportación, destinados a la alimentación humana y animal, lo que es fuente de divisas y ocupación de mano de obra. Por otro, impacta positivamente en la comercialización, posicionando a los granos exportados dentro de los niveles recomendados de los países importadores.
Las fumonisinas son toxinas que se acumulan en el maíz en el momento de la cosecha. Provocan diferentes disturbios en los animales y también pueden llegar a producir cáncer esofágico en poblaciones donde la ingesta diaria de maíz es alta. Por ello, hay regulaciones estrictas sobre el nivel de las toxinas por parte de los países que importan de Argentina este cereal, tanto para consumo humano cuanto animal.
Explicó la doctora Etcheverry que el biofungicida tiene como objetivo lograr la inserción en el mercado de fitosanitarios de un producto biológico novedoso, con actividad fungicida, que evita la acumulación en el grano maduro de una micotoxina que tiene consecuencias en la salud del hombre y de los animales. El producto mejora la calidad fitosanitaria del grano, adicionado como curasemilla.
Se basa en un microorganismo autóctono del ecosistema rizosférico del maíz que disminuye la diseminación del hongo patógeno a través de la raíz. Además, el bioformulado protege a la semilla de la acumulación de fumonisina B1 en el grano maduro.
Según Etcheverry, se busca realizar un aporte al mercado de curasemillas con un producto biológico que reemplace a los productos sintéticos que generan resistencia en los patógenos, que obligan a renovaciones frecuentes de principios activos y afectan el medioambiente.
Su aplicación también brindará beneficios económicos a la cadena de producción, exportación y transformación del maíz, generando divisas y evitando pérdidas económicas indirectas como gastos en salud humana y animal y disminución de los rendimientos en las cadenas de producción animal.
El equipo de trabajo, que en el año 2011 recibió el Premio Innovar que otorga el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, está conformado por microbiólogos especialistas en las líneas de investigación de prevención y control de hongos micotoxicogénicos en granos de importancia regional y nacional. Las investigaciones tienen proyección nacional e internacional como lo acreditan las respectivas publicaciones. Poseen capacidad técnica para realizar investigación básica y aplicada, como asimismo actividades a nivel de laboratorio, escala piloto, ensayos de invernadero y ensayos de campo.
El grupo está integrado por las Doctoras en Ciencias Biológicas e Investigadoras de CONICET Miriam Etcheverry, Andrea Nesci, Alejandra Passone, Paola Pereira, y las Microbiólogas y alumnas del Doctorado en Ciencias Biológicas Melina Sartori, Paula Barra y Analía Montemarani. Realizan sus actividades en el Laboratorio de Ecología Microbiana del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la UNRC.
Para este trabajo, el equipo de investigación también contó con el soporte técnico del Departamento de Producción Vegetal, Cátedra de Cereales y Campo Experimental de la Facultad de Agronomía y Veterinaria.
Un producto nuevo en el mundo
El bioformulado está constituido en base a una bacteria autóctona del suelo que coloniza a la raíz (rizosfera) del maíz. Es un producto nuevo a nivel mundial que ha sido probado en ensayos de invernadero y en cinco años de ensayos de campo, con impacto en la reducción de la micotoxina en el grano y cuya adición no afecta el rendimiento de los granos, ni la biodiversidad del ecosistema rizosférico de maíz.
Indicó la doctora Etcheverry: Este es un bioformulado que una empresa dedicada a la producción de curasemillas e inoculantes puede adoptar sin necesidad de inversión en nuevos equipos. Es de fácil conservación y aplicación, y puede dar valor agregado a las semillas que se comercializan actualmente, ya que es compatible con los curasemillas (puede usarse solo o combinado) que se aplican a la semilla de maíz antes de su venta como simiente.
El microorganismo es compatible con la combinación fungicida insecticida (carboxim + thiram), con el fungicida (metalaxil + fluodixonil) y con el insecticida clothianidin, que fueron los terápicos protectores de las semillas comerciales disponibles en los años en que se realizaron los ensayos de campo.
Este producto biológico cumplió con todas las etapas requeridas para ser registrado y reúne todos los requisitos para que cualquier empresa lo pueda adquirir y comercializar.
Los investigadores poseen una amplia trayectoria en estrategias de prevención y control de hongos micotoxicogénicos en cereales, oleaginosas y productos de importancia regional y nacional.
Nuevas líneas de investigación
El grupo de investigadores se ha propuesto nuevos desafíos con proyectos que ya están en marcha. Uno de ellos apunta al desarrollo de otro producto biológico (a base de una levadura autóctona del ecosistema de almacenamiento) para controlar las aflatoxinas (toxinas carcinogénicas) que se producen durante el almacenamiento de los granos de maíz y maní.
Además, las investigadoras desarrollan un pesticida biológico que tiene acción insecticida y biofungicida, que por un lado controla el insecto vector de esporas fúngicas y por el otro el hongo micotoxicogénico.
La doctora Etcheverry también señaló que trabajan en el manejo integrado entre los pesticidas biológicos y agentes naturales que son inocuos, y agentes de grado alimentario. Explicó: Se combina el agente biológico con la sustancia química de grado alimentario en pequeña cantidad para que tenga un efecto aditivo.
Entonces, cuando llega el final del almacenamiento y el grano se vende, no quedan residuos en él, porque no sólo se controlan las toxinas sino también se evita la acumulación de residuos de pesticidas sintéticos dañinos para la salud y el medio ambiente.
En otra línea de investigación, se estudian extractos de plantas, como el boldo, para controlar las toxinas que se generan por efecto de la humedad cuando el maní es comercializado y transportado. Esas sustancias, en fase de vapor, generan una atmósfera que inhibe el hongo y la acumulación de toxinas, dando como resultado un producto libre de residuos químicos, nocivos para el hombre y el medio ambiente, que conserva la calidad alimentaria acorde a las reglamentaciones internacionales.
Fuente: Puntal.com.ar
Leer mas:
http://www.tomamateyavivate.com.ar/inventos-y-descubrimientos-argentinos/investigadores-argentinos-crean-un-biofungicida-para-maiz-unico-a-nivel-mundial/