Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (EEUU) ha realizado un paciente experimento de nada menos que 25 años de duración, a lo largo de los cuales se han analizado más de 50.000 generaciones de la bacteria Escherichia coli. Como resultado, el equipo ha sido capaz de identificar mutaciones en la especie que han conducido al desarrollo de una nueva función. En otras palabras: el experimento ha permitido `ver' directamente la famosa evolución por pequeños cambios de la que hablaba Darwin en el siglo XIX.
Según esta teoría, las mutaciones en el código genético de una especie conducen a la aparición de nuevas funciones o caracteres. Estos cambios suceden gradualmente, y se necesitan muchísimas generaciones para que se manifiesten. Por eso, a escala humana la evolución es muy difícil de observar, ya que no vivimos los años suficientes como para ello. Para superar este problema, el equipo de investigadores seleccionó una bacteria, cuya vida es corta y permite estudiar miles de generaciones en relativamente poco tiempo.
A lo largo de 25 años, los investigadores han realizado un seguimiento de doce poblaciones de Escherichia coli a lo largo de unas 50.000 generaciones. Cada día extraían una submuestra de cada población y la congelaban, de forma que cuando los científicos observaban una nueva función, podían `retroceder' en el tiempo y reconstruir los hechos mediante el análisis de las generaciones anteriores.
En concreto, en la generación número 33.000 el equipo observó que la especie había adquirido la capacidad de digerir citrato en presencia de oxígeno. Los científicos realizaron un análisis genómico de las generaciones anteriores, cuyos resultados se publican en la revista Nature, y consiguieron reconstruir los pasos que condujeron a la adquisición de la nueva habilidad. "
No era una mutación típica", explica Richard E. Lenski, director de la investigación. "
Parte del genoma se ha copiado y los trozos de ADN fueron cosidos de una nueva forma. Un fragmento codifica una proteína que permite la entrada de citrato en la célula, y el otro permite la activación de dicha proteína".
Aunque otros trabajos han encontrado algunos de estos cambios graduales, este es el más largo que se ha realizado hasta la fecha, y el primero que ha permitido la reconstrucción de todos los pasos previos al mismo.