Crean en Argentina un Centro Avanzado de Registros Intracerebrales en el Hospital Ramos Mejía
En la actualidad, esto está disponbible en tres lugares de los Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en Alemania, en Holanda y, ahora, en la Argentina
Econdiciones normales, es casi imposible estudiar la actividad eléctrica del cerebro en vivo y en directo. Con una excepción: es el caso de las personas que padecen epilepsia resistente a los fármacos y a los que se les ofrece la posibilidad de una cirugía.
Para determinar con exactitud cuál es la región que se sobreexcita, durante aproximadamente una semana se les colocan electrodos intracraneales que detectan el diálogo de millones de neuronas. Pero desde hace pocos días, en el recientemente creado Centro Avanzado de Registros Intracerebrales del Hospital Ramos Mejía, los especialistas cuentan con un equipo y recursos humanos capaces de registrar la activación de una única célula nerviosa, una novedosa tecnología cuyo uso se domina en apenas un puñado de países.
Esto no sólo permitirá afinar la puntería para delimitar la zona epileptógena [donde se originan las crisis], sino también explorar nuevos tratamientos e investigar sobre el funcionamiento del cerebro.
Así como se descubrió dónde reside el lenguaje a partir del estudio de un sujeto afásico [que había perdido la capacidad de producir o comprender el lenguaje], en las personas con epilepsia hay una región que funciona mal en un determinado momento, pero que luego se normaliza. Esto permite un estudio dinámico de las capacidades cognitivas y por eso, en muchas partes del mundo, la epilepsia es un nuevo modelo para entender el funcionamiento del cerebro, explica la doctora Silvia Kochen, jefa de la Unidad de Epilepsia del hospital.
La cirugía para la forma de este mal que no responde a los tratamientos consiste en extraer el área patológica, que usualmente ronda los dos centímetros cuadrados. Esta región «contagia» al resto de los circuitos su activación anormal -cuenta Eduardo Seoane, jefe de neurocirugía-. Para asegurarse el éxito, hay que determinar exactamente la ubicación del área «epileptógena» y después extirparla, también con mucha precisión.
Para esto, los especialistas se valen de la información clínica, el electroencefalograma de cuero cabelludo, la resonancia magnética y la colocación de electrodos que registran la actividad eléctrica de las neuronas. Pero en algunos casos estos métodos no alcanzan -detalla Kochen-. Por eso, ya desde mitad del siglo pasado, se empezaron a usar registros «de campo directo»: se perfora el cráneo y se colocan electrodos intracerebrales.
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
El nuevo sistema se desarrolló en los años setenta, en la Universidad de California, en Los Angeles, y su llegada al país fue posible gracias a la colaboración del físico argentino Rodrigo Quian Quiroga, jefe del Departamento de Biofísica de la Universidad de Leicester, en Gran Bretaña, que hace diez años viene trabajando con esta técnica. Con el sistema tradicional se ve la actividad simultánea de millones de neuronas -dice Quian Quiroga-, pero con dispositivos específicos, si se trabaja la información con algoritmos matemáticos, se puede ver la actividad de neuronas una por una. Llegamos a ver hasta cien neuronas simultáneamente.
En la actualidad, este tipo de registro se hace en tres lugares de los Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en Alemania, en Holanda y, ahora, en la Argentina.
Usando electrodos especiales se puede ver cómo una única neurona reacciona a distintos estímulos. Por ejemplo, en procedimientos preliminares, en Londres están aplicando protocolos de estimulación para usar la respuesta como marcador de zona patológica, explica el científico.
Por su parte, para Kochen: Lo más grave de la epilepsia es que no se puede predecir la aparición de las crisis. Para los pacientes es un factor de incertidumbre. Si tenemos la posibilidad de hacer este tipo de registros, es probable que, aplicando algoritmos de predicción, se pueda obtener tener mejor información de cómo se preparan. Porque a pesar de que clínicamente parecen surgir de golpe, hay mucha evidencia de que la red neuronal comienza a prepararse antes de lo que el sujeto percibe.
La concreción de esta iniciativa fue posible gracias al esfuerzo de médicos y científicos, y hasta de los propios fabricantes del equipo, que concedieron un sustancioso descuento. Casi no podemos creerlo: hace un año era un sueño y ya es una realidad, celebra Quian Quiroga
Fuente: La Nacion
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