- Qué hay detrás de la sabiduría popular del "apagar y encender" y el "si funciona no lo toques"
- Los consejos de toda la vida permiten evitar problemas y mejorar la seguridad de los equipos
- Algunos han cambiado con el paso del tiempo y la llegada de Internet
La experiencia de expertos informáticos y usuarios de todo el mundo ha dejado algunas perlas de sabiduría que todo el mundo conoce. ¿O no? Lo cierto es que nadie nace sabiéndolo todo, y quien más quien menos ha tenido que aprender un montón de trucos y vivir algunas experiencias no siempre agradables para descubrirlos. Así que ahí va el resumen rápido para quien quiera iniciarse con buen pie en el delicado mundo de la tecnología que nos rodea.
1. Si funciona, no lo toques.
Es uno de los grandes dichos que puede aplicarse tanto al mundillo de los ordenadores y gadgets como a otras áreas de la vida, pero en informática resulta especialmente cierto: si algo va bien, más vale procurar «tocarlo» lo menos posible y no intentar nada arriesgado como cambiar componentes o periféricos, cables o, especialmente versiones de software. Si además puedes se puede vivir sin cambiar el sistema operativo durante cierto tiempo, mejor que mejor: cada cambio puede producir nuevos problemas no previstos por los creadores de los programas y los sistemas, arruinando lo que hasta entonces funcionaba bien quizá sin una complicada marcha atrás. ¿El problema de seguir este consejo? Que tampoco es conveniente quedarse permanentemente «desactualizado». Así que lo más sabio es no tocar nada en los momentos críticos y dejarlo para cuando tengamos tiempo, ganas o el amigo informático de turno al lado.
2. No puedes romper un ordenador solo mediante software.
Aunque últimamente esto no es tan cierto como era en el pasado, es una regla de oro que sirve para quitarse el miedo. Si se «rompe» un programa o se borra algo siempre se puede volver a instalar o restaurar; incluso si se pierden documentos es posible «rescatarlos» de las copias de seguridad (se supone que haces copias de seguridad, ¿verdad?) En el peor de los casos, todos los dispositivos pueden devolverse a la llamada «configuración de fábrica», como si estuvieran recién comprados. Aunque es verdad que con cierto software malicioso se pueden llegar a estropear equipos de verdad, «quemando» componentes, estropeando las baterías, los ventiladores y cosas así, esto no es nada habitual: la regla general es la que vale. Ahora bien: esto no evita problemas si se envían documentos secretos al lugar equivocado por correo electrónico, al publicar fotos comprometidas en Internet o al liarla parda en las redes sociales: todo eso, aunque que no «rompa» el equipo, no tiene marcha atrás y lo que puede dañar es nuestra reputación.
3. Aleja la electrónica del agua.
A los ordenadores y aparatos electrónicos hay que tratarlos como a los gremlins: nunca jamás debe caerles agua encima, so pena de estropearlos de forma irremisible. En este sentidos, son peores incluso que el papel o los billetes, que si se mojan al menos se pueden secar: aquí el desastre es completo y probablemente no sirvan ni para piezas de recambio. Lo mejor es aprenderse el «no al agua» y evitar siempre tener agua, café e incluso comida cerca de los teclados, ordenadores, tabletas, cámaras y similares: todo ello puede suponer solo problemas. Si no hay más remedio, la mejor opción es tenerlo todo en recipientes cerrados y lo más alejados posible, mejor si es a otra altura (por ejemplo el ala de una mesa). ¡Cuántas vidas de aparatos inocentes se habrá cobrado el líquido elemento!
4. Copias de seguridad: perderás tus datos, la única incógnita es cuándo.
Todo el que utiliza ordenadores y otros dispositivos para guardar información sabe de lo inevitable que es experimentar un crash de vez en cuando. A veces se sobreescriben los datos por error, a veces los discos se rompen o el equipo sufre daños (como una inundación o algún golpe). La mejor protección es organizar una rutina de copias de seguridad (backups) que garantice que no perderemos nada demasiado importante. Hoy en día casi todos los equipos se sincronizan unos con otros y suele haber copias de la información en varios sitios. Otra idea es usar las utilidades del sistema para programar la tarea de forma razonable: por ejemplo una copia completa cada mes, mas una copia de los cambios todas las semanas o incluso todos los días, dependiendo de cuánto lo usemos. Importante: mejor en un disco externo, que si no de poco servirá. Y quien esté realmente concienciado, que se lleve otro disco igual a otro lugar distinto de su casa u oficina.
5. Apagar y encender suele solucionar los problemas
Esta famosa «solución» forma parte del arsenal básico de los informáticos que ofrecen soporte técnico; es un remedio tan efectivo como el «sana, sana, colita de rana» y aunque parezca de broma, funciona. Si algo va mal, conviene probarlo antes de intentar algo más drástico, o incluso antes de avisar al informático o al cuñado que sabe tanto de móviles (básicamente, lo primero que sugerirán es precisamente ¿has probado a apagarlo y encenderlo?) Si con eso no se soluciona el problema, vía libre. Lo curioso es que hay razones técnicas por las que esta solución funciona realmente: al reiniciar el equipo se limpia la memoria, se borra cierta información temporal y los programas que funcionan mal pueden comenzar de cero. Las variantes de esta técnica incluyen apagar-y-encender dos veces, apagar desenchufando completamente el equipo de la pared (no solo reiniciando o pulsando el botón) o arrancando los programas mientras se pulsan ciertas teclas especiales (mayúsculas, ALT, Control, Comando) que indiquen a los programas que deben reconstruir y reparar sus datos internos. (Esto varía según los programas, pero hay muchos consejos para cada aplicación que se pueden encontrar en una búsqueda en Internet.)