Francesco Forgione, desde niño ha tenido visiones de la Virgen María, de Jesús y también del Diablo. Todo ello forja en él el deseo de llegar a ser sacerdote. Tras entrar en la orden de los Capuchinos con el nombre de Pío Pietrelcina, se evidencian en él unos poderes para los que no hay explicación científica: sana a enfermos, conoce el nombre y los problemas de desconocidos a quienes predice el futuro
Cuando en 1918 le aparecen estigmas en manos y pies, sus devotos seguidores se multiplican, provoca que el Vaticano lo acuse de embaucador. Aunque no se le permite ejercer como sacerdote, la gente sigue creyendo en sus milagros. Poco antes de su muerte en 1968, la Iglesia reconoce una obra que lo llevará a ser santificado en 2002 por Juan Pablo II, el mismo a quien décadas atrás, cuando sólo era Farol Wojtyla, el Padre Pío le predijo que llegaría a ser Papa.
PELÍCULA DE SU VIDA
Dones Milagrosos
En este se habla de uno de sus dones; la bilocación (la habilidad de estar en dos lugares al mismo tiempo, podía alterar el tiempo), también de la sanación.
Sus Estigmas y Garabandal
Es famoso por los hechos sobrenaturales que se le atribuyen, como estigmas, curaciones, bilocaciones y lectura de conciencias a los que iban a confesarse con él.
Documental Completo
Con esta producción esperamos llegar a cientos de personas devotas a este santo, que incluso tiene su Parroquia - Corpus Christi en La Aurora de Heredia - donde los días 23 de cada mes, llegan cientos de personas a observar las reliquias del Padre Pio en el país.
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
«¡Sal de este hombre!»
Las tentaciones no deben asustarte; es a través de ellas que Dios quiere probar y fortificar tu alma, y él te da, al mismo tiempo, la fuerza para vencerlas. Hasta aquí tu vida ha sido la de un niño; desde ahora el Señor quiere tratarte como adulto. Ahora bien, las pruebas de un adulto son muy superiores a las de un niño, y esto explica porque tú, al principio te has turbado tanto. Pero la vida de tu alma pronto recuperará su calma, eso no va a tardar. Ten aún un poco de paciencia, y todo ira mejorando.
Deja, pues, caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di: «¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
"Ad Majorem Dei Gloriam et Beatae Virginis Mariae"
"A Mayor Gloria de Dios y la Bienaventurada Virgen María"
La paz se posesionará de nosotros y seremos felices y fuertes en la medida en que, manteniendo un crecimiento en la vida espiritual y mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo viva en nosotros." Padre Pio de Pietrelcina.
"Pedir a Jesús la gracia de hacernos santos no es soberbia ni audacia, porque es lo mismo que desear amarlo con el más grande amor. Es importante hacer todo lo posible para llegar a santos y prestar grandes servicios a Dios y al prójimo. Su bondad me hace gozar de dulzuras suaves y extraordinarias que tienen las cualidades del lugar celestial de donde vienen." Padre Pio de Pietrelcina.
"La santidad consiste en amar al prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios. La santidad, exactamente, es amar a quien nos maldice, nos odia, nos persigue, y llegar incluso a hacerle el bien. La santidad consiste en vivir humildes, desinteresados, prudentes, justos, pacientes, caritativos, castos, mansos, diligentes, observantes de propio deber y con el único fin de agradar a Dios, recibiendo así de Él la merecida recompensa. Santidad quiere decir ser superiores a nosotros mismos; quiere decir victoria perfecta sobre todas nuestras pasiones; quiere decir despreciarnos verdadera y constantemente a nosotros mismos y a todas las cosas del mundo, llegando a preferir la pobreza a la riqueza, la humillación a la gloria, el dolor al placer." Santo Padre Pío de Pietrelcina." Padre Pio de Pietrelcina.
Ultima Misa de San Pio de Pietrelcina
Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre mediante la dirección espiritual de los fieles, la confesión y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.
Novena perpetua que rezaba cotidianamente el Santo Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús por todas las personas enfermas, atribuladas y afligidas que se encomendaban a su oración.
I. ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: En verdad os digo, pedid y obtendréis, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán!. He ahí que, confiando en tu Palabra divina, yo llamo, yo busco, yo pido la gracia. ¡Padre Pío ruega al Señor Jesús por nosotros!
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
"Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío."
II. ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: En verdad os digo, todo aquello que pediréis a mi Padre en mi Nombre, El os lo concederá. He ahí que al eterno Padre en tu Nombre yo pido la gracia.
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
"Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío."
III. ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: En verdad os digo, pasarán los cielos y la tierra pero mis palabras jamás!. He ahí que basándome en la infalibilidad de tus santas palabras yo pido la gracia.
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
"Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío."
"¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los infelices, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que pedimos en nombre del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre."
"San José, alivio de los necesitados y esperanza de los enfermos, ruega por nosotros."
Homilía del Beato Juan Pablo II
En la canonización del P. Pío
1. «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30)
Las palabras de Jesús a los discípulos que acabamos de escuchar nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta solemne celebración. En efecto, en cierto sentido, podemos considerarlas como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo.
La imagen evangélica del "yugo" evoca las numerosas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán suave es el "yugo" de Cristo y cuán ligera es realmente su carga cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a perspectivas de un bien mayor, que sólo el Señor conoce.
2.«En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gál 6,14)
¿No es precisamente el "gloriarse de la cruz" lo que más resplandece en el padre Pío? ¡Cuán actual es la espiritualidad de la cruz que vivió el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza.
En toda su existencia buscó una identificación cada vez mayor con Cristo crucificado, pues tenía una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de modo peculiar en la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la cruz no se comprende su santidad.
En el plan de Dios, la cruz constituye el verdadero instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino propuesto explícitamente por el Señor a cuantos quieren seguirlo (cf. Mc 16,24). Lo comprendió muy bien el santo fraile del Gargano, el cual, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribió: «Para alcanzar nuestro fin último es necesario seguir al divino Guía, que quiere conducir al alma elegida sólo a través del camino recorrido por él, es decir, por el de la abnegación y el de la cruz» (Epistolario II, p. 155).
3. «Yo soy el Señor, que hago misericordia» (Jr 9,23)
El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental.
Ojalá que su ejemplo anime a los sacerdotes a desempeñar con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante también hoy, como reafirmé en la Carta a los sacerdotes con ocasión del pasado Jueves santo.
4. «Tú, Señor, eres mi único bien»
Así hemos cantado en el Salmo responsorial. Con estas palabras el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todas las cosas, a considerarlo nuestro único y sumo bien.
En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tan gran fecundidad espiritual se encuentra en la íntima y constante unión con Dios, de la que eran elocuentes testimonios las largas horas pasadas en oración y en el confesonario. Solía repetir: «Soy un pobre fraile que ora», convencido de que «la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios». Esta característica fundamental de su espiritualidad continúa en los "Grupos de oración" fundados por él, que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. Además de la oración, el padre Pío realizaba una intensa actividad caritativa, de la que es extraordinaria expresión la "Casa de alivio del sufrimiento". Oración y caridad: he aquí una síntesis muy concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy se vuelve a proponer a todos.
5. «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque (...) has revelado estas cosas a los pequeños» (Mt 11,25)
¡Cuán apropiadas resultan estas palabras de Jesús, cuando te las aplicamos a ti, humilde y amado padre Pío!
Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN DEL SANTO PADRE PÍO
- Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuánta facilidad te abandono.
- Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.
- Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi vida y sin ti disminuye mi fervor.
- Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi luz y sin ti quedo en las tinieblas.
- Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
- Quédate Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
- Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
- Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
- Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser par ti un lugar de descanso, un nido de amor.
- Quédate, Jesús, conmigo, porque se hace tarde y el día declina Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad
- Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de ti.
- Se hace tarde y viene la muerte.
- Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas ¡Cuánta necesidad tengo de ti!.
- Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es: que la unión eucarística sea la luz que dísipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón.
- Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a ti, si no realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y por el amor.
- ¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido tu Divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia ¡eso sí, te lo pido!
- ¡Quédate, Señor, conmigo! A ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.
- Quiero un amor ferviente y profundo.
- Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. Así sea.
Este presente es para hacerles llegar un sitio web destinado al Rezo del Santo Rosario para aquellas personas que estando solas, puedan sentirse acompañadas en una oración continua con Jesús y la Virgen María.
"El Rosario es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María"
La devoción de los Siete Dolores de la VIRGEN MARÍA
La devoción al SAGRADO CORAZON DE JESUS y la práctica de los Nueve Primeros Viernes
LA ÚLTIMA CIMA nos muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes. Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Pablo es, nada más y nada menos, que un buen cura.
Pablo, sacerdote, sabía que iba a morir joven y deseaba hacerlo en la montaña. Entregó su vida a Dios... y Dios aceptó la oferta. Ahora dicen que está vivo. Pablo era conocido y querido por un número incalculable de personas, que han dejado constancia de ello después de su muerte.
LA ÚLTIMA CIMA muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote, en las personas con las que se cruza. Y provoca en el espectador una pregunta comprometedora: ¿también yo podría vivir así?
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