No soy de aquí ni soy de allá. Facundo Cabral.
Por rikydk
  
Viernes, 13/07/2012
Facundo Cabral, PRESENTE. Tu canto y tu alma de Paz y Libertad viven por siempre.


Me gusta los que se callan
y me gusta los que cantan,
y de tanto andar conmigo
me gusta lo que me pasa.
Me pasan cosas como ésta,
aunque no tenga importancia
andar contándole a todos,
todas las cosas que pasan.
Porque uno no vive solo
y lo que a uno le pasa,
le está suciendiendo al mundo,
única razón y causa.
Pues todito es tan perfecto
porque perfecto es Dios
que se mueve alguna estrella
cuando arranca una flor,
por eso si hay uno, hay dos.
Supe del diablo la noche
que al hambriento dije no,
también esa noche supe
que el diablo es hijo de Dios.
Ando solo por la vida
con uno tono y dominante
modestamente cantor
sin pretensión de enseñarte,
porque si el mundo es redondo
no sé qué es ir adelante.
Andar y andar, siempre andando,
nada más que por andar,
no vine a explicar al mundo
sólo vine a tocar.
No quiero juzgar al hombre,
al hombre quiero contar…
mi condición es la vida
y mi camino cantar,
cantar y contar la vida
es mi manera de andar.
Un día llegué a Tandil
y conocí a un anciano
que a falta de inteligencia
se le dio por ser muy sabio.
Le pregunté por Jesús,
una noche al lindo viejo
y ahí mismo lo conocí
cuando me alcanzó un espejo.
Yo bailo con mi canción
y no con la me tocan,
yo no soy la libertad
pero sí el que la provoca.
Si ya conozco el camino
pa’ qué voy a andar acostado,
si la libertad me gusta
pa’ qué voy a vivir de esclavo.
Elegir, yo siempre elijo
más que por mí, por mi hermano,
y se he elegido ser Águila
fue por amor al gusano.
Prefiero seguir a pie
y no en caballo prestado,
alguien por una manzana
pa’ siempre quedo endeudado.
Siempre se llega primero
el que va más descargado,
el día que yo me muera
no habrá que usar la balanza
pues para velar a un cantor
con una milonga alcanza.
Doy la cara al enemigo,
la espalda al buen comentario
porque el que acepta un halago
empieza a ser dominado,
el hombre le hace caricias al caballo
pa’ montarlo.
Perdón si me propasé
y me puse moralejo,
nadie puede dar consejos
no hay hombre que sea tan viejo
me pongo el sol al hombro
y el mundo es amarillo.
Me gusta andar
pero no sigo el camino
pues lo seguro ya no tiene misterio,
me gusta ir con el verano muy lejos
pero volver donde mi madre en invierno
y ver los perros que jamás me olvidaron
y los caballos,
y los abrazos que me dan mis hermanos, me gusta…
Me gusta el sol, Alicia y las palomas,
el buen cigarro y la guitarra española,
saltar paredes y abrir las ventanas
y cuando llora una mujer.
Me gusta el vino tanto como las flores
y los conejos pero no los tractores,
el pan casero y la voz de Dolores
y el mar mojándome los pies.
No soy de aquí ni soy de allá,
no tengo edad ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad.
Me gusta estar tirado siempre en la arena
o en bicicleta perseguir a Manuela,
o todo el tiempo para ver las estrellas
con la varilla en el trigal.
No soy de aquí ni soy de allá,
no tengo edad ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad.

Facundo Cabral
Los puntos más destacados de su trabajo

El cantautor argentino Facundo Cabral, quien fue asesinado en Guatemala, forjó una carrera musical que navegó entre la canción protesta, el compromiso social y la reflexión espiritual, con decenas de éxitos que le llevaron a recorrer los escenarios del mundo.

Cabral nació el 22 de mayo de 1937 en la ciudad de La Plata y su primera infancia estuvo marcada por el abandono del hogar de su padre, Rodolfo, por lo que su madre, Sara, quedó a cargo de varios hijos y resolvió mudarse a Tierra del Fuego, en el extremo sur del país.

A los 8 años, su familia se muda a Tandil, donde trabajó en tareas rurales y tomó contacto con la música folclórica.

De comportamiento rebelde, fue internado en un reformatorio, del que escapó. Conoció luego a Simón, un vagabundo que, según relató Cabral alguna vez, le hizo descubrir a Dios al recitarle el Sermón de la Montaña y, además, dar el empujón inicial a su carrera musical pues aquella experiencia le movió a componer su primera canción "Vuele bajo".


Con su guitarra al hombro, pocos años después, se mudó a Mar del Plata, donde el dueño de un hotel le dio la oportunidad de cantar en público por primera vez.

El Indio Gasparino fue el nombre artístico que eligió para grabar sus primeros discos, sin mucha repercusión inicial, para adoptar luego su verdadero nombre.

En 1970 grabó No soy de aquí, ni soy de allá, uno de sus mayores éxitos musicales y que le dio fama internacional, al punto de compartir escenarios y estudios de grabación con artistas como Alberto Cortez, Julio Iglesias, Pedro Vargas y Neil Diamond, entre otros.

Su obra se caracterizó por su mensaje espiritual y su tono de crítica social y protesta, rasgo éste último por el que se vio obligado a exiliarse en 1976, con el advenimiento de la dictadura militar que gobernó Argentina hasta 1983.

Desde México, su nuevo hogar, prosigue con su carrera musical y sus presentaciones en todo el mundo.

Ya consagrado, regresa en 1984 a Argentina, donde cosecha gran éxito con la venta de discos y llenos totales en sus conciertos.

A mediados de la década de los noventa se une a Alberto Cortez para el espectáculo "Lo Cortez no quita lo Cabral", donde combinaron humor y poesía con los temas que dieron fama a ambos artistas.

En 1996, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a Cabral "Mensajero Mundial de la Paz" por su constante llamado a la paz y al amor.

Ha grabado decenas de discos, como "No estás deprimido, estás distraído", "Cantar sólo cantar" y "Cortezías y Cabralidades", éste último uno de los tanto junto a Cortez.


También ha escrito varios libros, una de decena de ellos editados, entre ellos "Borges y yo", donde repasa sus diálogos con el célebre escritor argentino.






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