Hasta ahora se creía que el lugar más frío del Sistema Solar podría ser Plutón, puesto que es el que está más alejado del Sol. Sin embargo, la sonda de reconocimiento lunar LRO, lanzada el pasado mes de junio por la NASA, ha aportado un dato sorprendente: el lugar más frío del Sistema Solar se encuentra en la Luna, exactamente dentro de los cráteres oscuros cercanos a su polo sur. Uno de ellos, el cráter Faustini registra las temperaturas más bajas encontradas hasta ahora en el Sistema Solar.
Al medir la temperatura de diferentes partes del satélite, se comprobó su gran variabilidad térmica: si durante el día una gran parte de su superficie puede alcanzar los 104º C, durante la noche la temperatura se desploma. Como al interior de estos cráteres nunca llega la luz solar, permanecen en una eterna oscuridad y jamás suben de los -240º C.
El área indicada en rojo corresponde a la zona más fría del Sistema Solar.
El Cráter Faustini en una toma más cercana.
En estas gélidas oquedades, además, han encontrado bloques de hielo de miles de millones de años. Éstos, según la NASA, podrían utilizarse no sólo como fuente de agua, sino para obtener hidrógeno y oxígeno. Y es más, pueden mostrar el historial de impactos cósmicos que ha sufrido la Luna e incluso dar pistas sobre las características iniciales del Sistema Solar.
También han hallado hidrógeno en algunos cráteres y en las regiones que los rodean, así como en las zonas polares (lo que no hace sino apoyar lo descubierto hace ya una década). Esto significa que bajo su superficie hay agua o un compuesto con hidrógeno como el metano (CH4).
Debe de llevar muchos años ahí, dijo el doctor Richard Vondrak, uno de los científicos de la NASA implicados en el proyecto al New York Times. Y añadió:
Lo que todavía no sabemos es cuánta cantidad hay y a qué profundidad está almacenado. Aunque conseguir llegar hasta el fondo es una tarea difícil por la topografía del terreno, empinado y agreste.
En la secuencia se pueden observar los puntos más altos y los más profundos de la Luna.
Ahora miramos a la Luna con nuevos ojos, ha admitido Vondrak, al comprobar que tan cerca de la Tierra, se pueden encontrar sorpresas como ésta.
Fuente: New Scientist