Un trabajo publicado en la revista Current Biology sugiere que el cerebro de los taxistas de Londres cambia a medida que aprenden a circular por las 25.000 calles de la ciudad británica y a identificar los destinos más solicitados por turistas y empresarios.
Para el análisis se usaron imágenes del cerebro de taxistas novatos, a los que también se sometió a pruebas de memoria. Los resultados se compararon con un grupo de conductores control que no manejaban un taxi. Al comienzo el estudio, no había apenas diferencias al comparar los escáneres cerebrales de ambos grupos. Pero transcurridos cuatro años de formación, los aprendices de taxista que consiguieron la licencia mostraron un incremento en la materia gris de la parte posterior del hipocampo, que es clave tanto para la memoria como para el desarrollo de habilidades de navegación espacial. Estos cambios no se produjeron ni en los aprendices de taxista que no consiguieron la licencia ni en las personas del grupo control.
Eleanor Maguire y sus colegas del Centro de Neuroimagen del University College de Londres aseguran que el estudio confirma que el cerebro es plástico y que puede cambiar con el entrenamiento y el aprendizaje a cualquier edad. Por otro lado, en sus experimentos Maguire comprobó que los taxistas tenían peor capacidad de memorizar otras tareas en las que está implicada la información visual, lo que sugiere que ese es el precio que hay que pagar por adquirir un conocimiento especializado.