Fue el filósofo Platón quien en la Antigua Grecia planteó que el ser humano conoce tan sólo una realidad de sombras proyectadas sobre las paredes de la caverna en la que vive encadenado, ajeno al teatro del mundo que se desarrolla a sus espaldas y que es incapaz de ver. ¿Es internet una nueva caverna?
El discurso que celebra la ampliación al acceso a la información y la democratización del conocimiento que ofrece la red a veces parece hegemónico.
Sin embargo, en los últimos años hay informáticos que vienen alertando del efecto contrario: que muchos de nosotros conocemos el mundo a través de la "caverna" de nuestras computadoras, atados a golpe de ratón a una internet que es tan sólo un reflejo de la internet real.
Esta es una caverna llena de "filtros" desde los cuales el usuario se conecta a la globalidad encerrado en su propia "burbuja".
Los filtros de internet
Hay una prueba sencilla para hacer visible esa cápsula.
Tendemos a pensar que ante una misma búsqueda, los resultados deberían ser los mismos, independientemente de quién sea el usuario.
Sin embargo, según los expertos consultados por BBC Mundo, las posibilidades de que esto suceda son prácticamente nulas.
La internet que somos capaces de ver cuando realizamos una consulta o las noticias que recibimos en nuestra red social, es resultado de muchos factores: desde nuestra ubicación geográfica, la computadora en la que nos conectamos, búsquedas previas o la cantidad de dinero que una empresa pagó al buscador para ocupar la franja privilegiada de la lista.
Uno de los primeros en plasmar este fenómeno fue el político y activista de internet estadounidense Eli Pariser, quien en su libro "The filter Bubble" (la burbuja de filtros) reflexiona sobre las implicaciones de una internet a medida.
Pariser se dio cuenta un día que en su perfil de Facebook habían desaparecido todos los comentarios de sus amigos conservadores, debido a que solía abrir más los vínculos colgados por sus amigos liberales.
Eso le llevó a concluir que internet ofrece una versión edulcorada de la vida, donde hay muchas más posibilidades de enterarnos última ruptura de la famosa de turno o video viral, que del aumento de la pobreza o los efectos del cambio climático.
¿Cómo escapar?
"Internet es un mundo que nos une pero que a la vez vemos solitariamente. Esto hace que quien está detrás de este mundo puede hacer con nosotros lo que quiera", asegura Josep Lluís Larriba, profesor de la Universidad Politécnica de Catalunya y fundador de Sparsity Technologies, empresa dedicada al análisis de datos en redes sociales.
Y aunque algunas páginas en internet ofrecen consejos sobre cómo evitar que nuestro buscador ofrezca resultados a medida (borrando el historial de búsqueda, por ejemplo), según Larriba se trataría de esfuerzos en vano, considerando que las redes sociales se pueden conectar entre ellas, y que los buscadores explotan esas conexiones.
"Cada vez que a través de una postal en Twitter te conectas a Facebook, estás dando información de tu perfil a otra red social. Esto significan que paralelamente recolectan información que les enriquece, lo que determina qué me van a ofrecer cuando busco alguna cosa", afirma Larriba.
"Está todo tan conectado que es difícil, una vez dentro, volver a salir. Google debe tener acuerdos con Twitter y Facebook para acceder a la información pública a la que pueden acceder".
"Nos conocen más que nosotros mismos"
Hay ciertos datos personales que introducimos casi a diario en internet, que son privados y que tan sólo pueden ser accesibles a las compañías de internet si les damos permiso, cosa que hacemos en ocasiones casi sin saberlo.
Pero hay muchos otros de carácter público, que sin nosotros saberlo reflejan mucho de nosotros, y la "burbuja" los sabe detectar y usar.
"El programa informático que está detrás de todos estos buscadores es capaz de definir muchísimo mejor nuestro perfil que nosotros mismos, porque el concepto que tenemos de nosotros es subjetivo y su visión es objetiva".
La generación encapsulada
En este escenario, lo que preocupa a Larriba es qué va a ser de esas generaciones conectadas a internet desde la cuna y pone como ejemplo a sus abuelos, que lo primero que harían al ver por primera vez un computador es mirar qué hay detrás del monitor.
"Hoy un niño ni se lo plantearía" y otro tema alarmante, asegura, es la soledad.
"Muchos todavía hemos vivido en un mundo dividido. Antes podíamos valorar el conocimiento de las personas, interaccionar, pero los niños que están naciendo tendrán menos esta interacción personal, verán el mundo a través de un ordenador. En Japón de hecho ya ocurre que adolescentes terminan suicidándose por la soledad".
Tanto Periser como Larriba coinciden en afirmar que es extremadamente difícil escapar de la cápsula de experiencias en la que nos envuelve la red, a no ser que decidamos dedicarnos al pastoreo de cabras en el Sáhara (y aún así es posible que pronto un smartphone llegara a nuestras manos).
El inaccesible universo de internet
Sin embargo, aunque pudiéramos romper nuestras cadenas, mirar a nuestras espaldas y tratar de conocer por fin la realidad completa de nuestra vida virtual, necesitaríamos poderes sobrehumanos para hacerlo.
"Cada vez que hacemos una búsqueda en Google vemos una ventanita minúscula, lo que le interesa que tu veas", explica Larriba. "Pero si no fuese la que a ellos le interesa si no la que a ti te interesa, no verías todo lo que podrías ver".
Esto se debería a que es imposible "conocer" realmente el universo de conocimiento que fluye en la red, donde a diario brotan millones de datos a una velocidad sin precedentes en la historia.
"Cada dos días, estamos generando más datos de los que la humanidad generó hasta 2003. Eso es impresionante. Hay tantísima información que es imposible dar abasto".