Señores Diputados de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires:

Nos dirigimos a usted a propósito de las distintas iniciativas que, que han surgido en todo el arco político de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, para reglamentar la práctica de los denominados “abortos no punibles”.

Dichas iniciativas se están dando en el marco del reciente y controvertido fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación la cual, al reinterpretar el artículo 86, inciso 2° del Código Penal se declaró favorable a la no punibilidad del aborto en el caso de toda mujer violada–sea o no demente o idiota- para cuya práctica no hace falta autorización judicial.
Conviene destacar que, si bien hay diferencias de matices en los proyectos de los distintos partidos políticos –desde los que exigen o no la autorización de los padres en el caso de una menor de edad hasta el que preconiza pura y simplemente la despenalización total del aborto- todos ellos no toman en consideración una realidad incontestable: la existencia de vida humana en el seno materno desde el primer instante de la concepción.

En efecto, la Academia Nacional de Medicina afirmó que:
(Declaración sobre el aborto provocado, aprobada por el Plenario Académica en su Sesión Privada del 28 de Julio de 2004).
Por esa razón, resulta insoslayable que legalizar la práctica del aborto, aún en los casos penosos de la mujer violada, es propiciar un atentado deliberado contra una vida humana incipiente, según lo ratificó la misma Academia en la Declaración del 25 de octubre del año 2010 titulada “La ética y el juramento médico defienden al niño por nacer y toda vida”.
Tanto más inexplicable dicho atentado, insiste la Academia en la misma declaración, cuando “la única misión de un médico es proteger y promover la vida humana, nunca destruirla, convicción “está guardada en la cultura mundial y muy notablemente en el juramento hipocrático” que incluye el compromiso de no “aplicar a las mujeres pesarios abortivos”.

Es la razón por la cual se puede afirmar con toda razón que no hay acto de mayor discriminación ni de mayor violencia que decidir quién nace y quién no.
En consecuencia, los distintos proyectos de leyes existentes en el Congreso de la Nación y los denominados protocolos para proceder en estos casos tanto en las provincias como en la Ciudad de Buenos Aires, acerca de la reglamentación de los denominados abortos “no punibles” propician, unos y otros aunque con diferencias de matices, una concepción reduccionista de los derechos humanos, según la cual los niños pueden nacer o no conforme hayan sido concebidos.

Usted se preguntó, Señor Diputado,
¿qué culpa tienen los niños para pagar con sus vidas la culpa del violador?Se preguntó si para usted
¿son menos niños que otros por la forma en que fueron concebidos en el seno materno?
Sin duda alguna, el derecho a la vida es sagrado e inviolable en cada momento de su existencia y, por lo tanto, negar ese derecho es negar todos los derechos que, precisamente, tienen sentido desde el primer instante de la concepción.

Le pedimos también que reflexione, antes de emitir su voto del que depende la vida de incontables niños inocentes, sobre las consecuencias que el aborto tiene para la salud física y psicológica de la mujer al ser sometida a la experiencia más deshumanizante y traumática que se pueda sufrir, que se sumará al terrible trauma anterior de la aberrante violación.
Fue precisamente esa convicción, apoyada en los avances científicos, lo que motivó al célebre Dr. Bernard Nathanson, obstetra y ginecólogo, recientemente fallecido, a renunciar para siempre a toda práctica abortiva, después de haber llevado a cabo 60.000 abortos. En un Congreso Internacional, organizado por el Colegio de Médicos de Madrid, en 1984, exhortó, precisamente, a que una violación –de suyo algo realmente terrible- no fuera seguida “de otra, no menos terrible, como lo es la destrucción de un ser vivo”, con lo cual lo único que se consigue es “aumentar el trauma de la mujer, al destruir la vida de un ser inocente”, cuya vida tiene valor en sí misma, aunque haya sido creada en circunstancias tremendas.

Ese trauma desata en la madre un proceso de duelo, muy doloroso, sumamente difícil de resolver por parte de quien ha tenido participación directa en la muerte de su propio hijo. Duelo que volverá una y otra vez, con manifestaciones psíquicas y físicas graves como consecuencia de la culpa que no pudo ser elaborada. (cfr. Lic. Araceli Ramilo Alvarez[/c]“El, Derecho a la vida es el Primer Derecho Humano Universal a partir del cual tienen sentido los demás derechos -Respuesta frente al planteo del aborto como un derecho- Duelo obturado”[/c] in www.hacerseoir.org)

Por todas estas razones, Señor Diputado, le solicitamos que legisle a favor de la vida y no de la muerte, impulsando proyectos de ley para proteger a la madre y al hijo desde el momento de la gestación (nótese bien, dos sujetos de derecho) de manera integral, con todos los recursos en el área físicopsicológica, así como social y económica, como también trabajando el vínculo madre- hijo desde un inicio y, en los casos extremos en que este vínculo no se pueda dar, favoreciendo la adopción, pero nunca la muerte de un niño inocente.

Esperando una respuesta favorable de su parte, saludamos a usted atentamente,

Martín Jorge Viano - Araceli Ramilo Alvarez
Directores de Para Hacerse Oír-Hablemos Claro