Fue Einstein el primero en defender esta teoría, aunque él ya partía de unos primeros cálculos de físicos que le precedieron en la teoría de la física cuántica, es decir de la física de partículas sub-atómicas.
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La mecánica cuántica es una de las más importantes ramas de la física; cuando hablamos de teoría en ciencia, nada tiene que ver con la acepción de teoría en otras disciplinas; una teoría en ciencia es un principio que ha soportado el método científico y que está comprobado y aceptado por la comunidad científica.
Sucede en la ciencia, al contrario que en las religiones, en la ciencia no hay verdades absolutas, todo es cuestionable y susceptible de mejora; por eso se les sigue llamando teorías aunque estén muy comprobadas y sometidas a continua experimentación; la ciencia admite siempre las mejoras, los perfeccionamientos, incluso el que puedan ser rebatidas en un momento dado.
Para la ciencia es una gran alegría y un momento de celebración, cuando un determinado principio o teoría es rebatido; ya que esto indica un paso adelante, una superación, un avance hacia el conocimiento.
Explicado esto, pasemos a introducirnos en la materia que nos interesa hoy; para ello no dejaría de ser conveniente el dar un vistazo a mi artículo las percepciones, donde explico que de todo lo que nos rodea, nuestros sentidos, solo nos permiten percibir una pequeña parte, una insignificante proporción de todo lo que nos circunda.
La mecánica cuántica, pretende explicarnos la relación entre la materia y la energía, las relaciones entre ellas, debemos comenzar por decir que en el universo, existe una multiplicidad de estados que solo han podido ser descritos mediante ecuaciones matemáticas, es lo que llamamos estados cuánticos.
Nuestra inteligencia y nuestros conocimientos actuales, no son capaces de explicarnos toda la realidad; aunque gracias a las matemáticas hemos podido explicar gran parte de esta evidencia.
En el universo, encontramos fenómenos que no pueden ser explicados por la física tradicional; es la parte de la física que no parte de la relatividad y que parte de un espacio-tiempo curvo, es a lo que llamamos mecánica cuántica.
La teoría electro-magnética es incapaz de explicar las radiaciones térmicas que se producen en un objeto en equilibrio, que proceden de la vibración de las micropartículas, y que son capaces de llegar hasta el infinito cuando les aplicamos las formulas de la física clásica; es evidente que este resultado es absurdo y había que buscar otra explicación lógica.
Fue Planck quien dio una posible solución a este problema, se le ocurrió sustituir la integral de estas frecuencias por una suma no continua, de esta forma dejábamos de obtener infinito como resultado y por lo tanto dejaba de ser absurdo, además de coincidir con lo que podía medirse en los experimentos.
Pero Max Planck no se quedó ahí, si no que anunció una hipótesis (científica) de que esta radiación es absorbida por la materia y la energía absorbida vuelve a emitirla en forma de cuantos, el físico alemán lo expuso el 14 de diciembre de 1.900 en la academia de ciencias de Berlín.
Tuvo que ser el mismísimo Albert Einstein, el que nos dijera que la luz, tiene un comportamiento similar en determinadas circunstancias, es decir, la luz se comporta como partículas de energía independientes, a los que llamamos fotones o cuantos de Luz.
El desarrollo de estas teorías, llevó a comprender la estrecha relación entre materia y energía, también las nuevas ecuaciones lo relacionaron todo con la velocidad y el espacio; fue entonces cuando descubrimos que el mundo atómico no se comporta como cabría esperar; aquí aparecen los conceptos de incertidumbre o cuantización, pero la mecánica cuántica nos ha proporcionado las predicciones científicas experimentales más exactas.
La dualidad onda-partícula consiste en que una partícula subatómica, puede comportarse de dos formas diferente; o bien como una onda o bien como una partícula; es decir, pueden tener un comportamiento ondulatorio o un comportamiento corpuscular; esto significa, es que cuando esa partícula se comporta de forma corpuscular, se encuentra situada en un lugar concreto del espacio, pero cuando actúa en forma ondulatoria, su situación es más difusa, podríamos decir que se encuentran en dos lugares a la vez.
En esta imagen, podemos ver como las zonas más claras, las más iluminadas son las que tienen mayor probabilidad de que se encuentre en ellas el electrón determinado.
Un determinado electrón no ocupa un lugar concreto, si no que se mueve según la ley de las probabilidades; los lugares de la imagen que tienen mayor luminosidad, son las que tienen mayor posibilidad de que el electrón se encuentre en ellas; pero también podríamos afirmar que el electrón se encuentra en todas partes a la vez, comportándose como una onda.
Einstein, al ser creyente, no pudo aceptar lo que le mostraba con claridad tanto los cálculos matemáticos como la experimentación; que una partícula subatómica puede ocupar numerosos espacios al mismo tiempo.
Otra de las cosas que Einstein fue incapaz de aceptar, a pesar de las comprobaciones que él mismo realizó y que demostraban:
Al medir el estado de una determinada partícula, puede instantáneamente cambiar el estado de su socio enlazado, aunque las dos partículas puedan estar en lugares muy separados.
Una vez que nos quedó claro que un electrón, una partícula, puede estar en varios lugares al mismo tiempo, nuestra realidad se hundió, esto mismo debió sucederle a Einstein a pesar de sus convicciones religiosas; esta realidad abre terribles e inquietantes preguntas.
La mecánica cuántica, en realidad solo viene a decirnos, que eso que llamamos REALIDAD, solo es una apreciación, una interpretación de nuestros sentidos, una realidad de nuestro universo, pero hay otros muchos universos otras muchas realidades y puede que ninguna de ellas sea la verdad, tampoco la mentira.
Teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica
Estudio sugiere que los universos paralelos existen
Los universos paralelos existen realmente, según el descubrimiento matemático efectuado por científicos de Oxford, descrito por un experto como uno de los desarrollos más importantes en la historia de la ciencia.
Se dice que la teoría del universo paralelo, propuesta por primera vez en 1950 por el físico estadounidense Hugh Everett, ayuda a explicar los misterios de la mecánica cuántica que han desconcertado a los científicos durante décadas.
En el universo de muchos mundos de Everett, cada vez que se explora una nueva posibilidad física, el universo se divide. Dado un número de alternativas posibles resultantes, cada una de ellas se realiza en su propio universo.
Un motorista que se libra por un pelo de un accidente, por ejemplo, podría sentirse afortunado de haber escapado. Pero en un universo paralelo, otra versión del mismo motorista habría muerto. Y en otro universo más veríamos al motorista recuperarse tras una estancia en el hospital. El número de escenarios alternativos es infinito.
Es una idea extraña que ha sido descartada como fantasiosa por muchos expertos. Pero la nueva investigación realizada en Oxford demuestra que ofrece una respuesta matemática a los acertijos cuánticos, por lo que no debería ser descartada ligeramente y sugiere que el doctor Everett, que era estudiante de doctorado en la Universidad de Princeton cuando propuso su teoría podría estar en el camino correcto.
Según comentarios del doctor Andy Albrecht (físico de la Universidad de California, Davis) en la revista New Scientist: Este trabajo será acogido como uno de los desarrollos más importantes en la historia de la ciencia.
De acuerdo a la mecánica cuántica, no se puede decir que algo exista a nivel subatómico hasta que no sea observado. Hasta entonces, las partículas ocupan una nebulosa de estados superpuestos, en la que estas pueden tener simultáneamente espines arriba y abajo, o aparecer en lugares diferentes al mismo tiempo.
Las observaciones parecen forzar a la partícula a adoptar un estado particular de realidad, en un modo similar a lo que sucede a una moneda que esté girando por el aire, y de la que solo se podrá afirmar que muestra cara o cruz una vez que se la atrape.
Según la mecánica cuántica, las partículas no observadas se describen como función de onda, y representan a un conjunto de múltiples estados probables. Cuando un observador realiza una medición, la partícula es forzada a adoptar una de esas varias opciones.
El equipo de la Universidad de Oxford, dirigido por el doctor David Deutsch (2), demostró matemáticamente que la estructura del universo (ramificado como un árbol) creada por este al dividirse en versiones paralelas de si mismo, puede explicar la naturaleza probabilística de los resultados cuánticos.