Brasil ya tiene su Sinde y su SGAE.
La política cultural de Brasil en cuanto a derechos de autor y libre circulación de la cultura en la Red parece haber dado un giro de 180 grados.
Pionero en reconocer los nuevos horizontes de la interacción entre la cultura e Internet cuando el músico Gilberto Gil y Juca Ferreira ocuparon los Ministerios de Cultura con Lula como presidente, el país apuesta ahora por una política claramente restrictiva en cuanto al uso de contenidos y los derechos de autor.
Deja en bandeja la comparación de su nueva ministra, Ana de Hollanda Buarque, con Ángeles González Sinde y su política totalmente afín a la SGAE.
El paralelismo lo lanza en su blog Código Abierto el periodista español Bernardo Gutiérrez, a partir de un episodio que evidencia de manera contundente el cambio de posición del país con respecto a la cultura digital y libre.
El blog brasileño Farofafá había desvelado y denunciado días antes la sospechosa similitud (silenciada por los grandes medios de comunicación brasileños) entre un documento emitido por el Ministerio de Cultura y otro del ECAD, Oficina Central de Recaudación y Distribución, una entidad privada que se ocupa de cobrar y distribuir por el uso de contenido con derechos de autor y que en agosto del año pasado empezó a ser investigada en el parlamento de Brasil por supuesto fraude en el cobro de derechos.
El pasado de marzo se vio obligada a dejar de cobrar a los blogs por colgar vídeos de YouTube. Algunos artistas, entre otras quejas, vienen expresando su malestar al ECAD por verse obligados a pagar para tocar sus propias canciones un dinero que, en teoría, les acabaría volviendo.
En los documentos mostrados en Farofafá, las similitudes argumentales entre la entidad y el Ministerio llegan hasta la estructura del texto. Ambos coinciden en "la imposibilidad de que exista competencia entre las diferentes asociaciones de recaudación y derechos autorales", e intentan dejar el camino abierto a la ECAD para monopolizar la gestión.
Uno de los dos autores del blog, Pedro Alexandro Sanches, explica a Navegante su incomprensión y sus sospechas con respecto a la renovada y cambiada relación entre el gobierno y la ECAD.
"No consigo entender por qué Dilma, por lo demás progresista, insiste en tener una política cultural conservadora y atrasada y, por tanto, contraria a la que se supone que viene dando continuidad. No creo, como muchos dicen, que a Dilma no le interesen las políticas culturales, porque es una persona culta que se interesa por todo tipo de artes. La única conclusión a la que llego, así pues, es que hay intereses inconfesables por detrás de ese retroceso, ya sea por razones políticas, partidarias, económicas, internacionales o privadas".
Su reflexión acaba con una amarga decepción personal:
"Como profesional del periodismo y como ciudadano que votó a Dilma, me siento ultrajado por seguir la colonización del Ministerio de Cultura por los intereses del ECAD, que de públicos no tienen nada".
El fundador de la Casa de Cultura Digital de Brasil, Rodrigo Savazoni, analiza también con para Navegante lo que supone el cambio de la política cultural en Brasil:
"Durante el Gobierno de Lula, que fue un tipo especial, el país enfrentó las implicaciones de la cultura digital sin temer lo nuevo", comenta.
Y añade:
"Tanto Gilberto Gil como Juca Ferreira comprendían que lo digital era un potencial aliado para la construcción de una sociedad más justa y libre, lo cual hizo de nosotros un país diferente, que caminaba en dirección opuesta a quienes sólo veían en la extensión de los derechos de propiedad intelectual una forma de generar desarrollo".
"Con Dilma y Ana de Holanda Buarque, nosotros somos España y ya tenemos por aquí a nuestra propia Sinde", concluye.