EE. UU. no le quita el drone de encima a su pueblo, ahora con gases y descargas.
Tras considerar 'pasiva' la actividad cotidiana de los drones provistos de potentes cámaras de video capaces de detectar objetivos a distancia tanto de día como de noche, la policía de EE. UU. se propone equiparlos con armas no letales en su lucha contra la criminalidad.
Una vez equipado con balas de goma, descargas eléctricas o gases lacrimógenos, el avión no tripulado conocido como 'ShadowHawk' ampliará el arsenal de las fuerzas del orden en un distrito de Texas. Para este fin se destinarán unos 300.000 dólares.
Según aseguran los agentes, el uso de los drones puede ser muy beneficioso para localizar, y reducir, por ejemplo, a criminales en fuga o cualquier otra actividad criminal, así como para controlar incendios forestales y buscar a personas desaparecidas.
"Se trata de una herramienta que los organismos de seguridad ni siquiera imaginaban que podrían llegar a tener", afirmó Steven Gitlin, vicepresidente de AeroVironmen.
Su compañía ya está dispuesta a ofrecer a los uniformados miles de pequeños aviones no tripulados, pero con la llegada de 'ShadowHawk', que tiene muchas más posibilidades que un simple avión espía, crece la preocupación sobre una posible violación de la Primera Enmienda de la Constituón, ya en tela de juicio tras la firma del proyecto de ley 'H.R.347' que criminaliza las protestas.
Un representante de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, Kirsten Bokenkamp, considera que el mayor temor respecto al uso de los aviones no tripulados a nivel nacional radica en el hecho de ser vigilado "cada vez que sales a la calle".
Varios expertos consideran un grave error convertir en rutina el despliegue rápido de drones porque eso pone en duda la garantía de la privacidad individual de cada ciudadano y viola además la normativa que prohíbe el uso de fuerzas militares en tareas asignadas a la Policía en suelo estadounidense.