Las náuseas y los vómitos (emesis), son uno de los efectos más comunes de la quimioterapia, sin embargo pueden evitarse, el éxito de su control depende de que el paciente reciba el tratamiento antiemético desde el primer ciclo de quimioterapia.

La prevención y el control de las náuseas y vómitos son de importancia capital en el tratamiento de los pacientes que reciben quimioterapia, ya que estos pueden dar lugar a serios trastornos metabólicos, disminución nutricional, interrupción del tratamiento, deterioro del estado mental y físico del paciente.

La mayoría de los pacientes que son diagnosticados con cáncer reciben tratamiento de quimioterapia, los mismos pueden experimentar náusea y vómito si no se proporcionan las medidas adecuadas para la prevención.

El uso de la terapia antiemética para evitar las náuseas y los vómitos permitirá un adecuado control de este evento adverso de la quimioterapia, favorecerá el apego al tratamiento y ayudará a mejorar la calidad de vida del paciente.

Generalmente se aplica una dosis intravenosa previa a la quimioterapia, para que el paciente continúe en su domicilio con terapia oral. La primera dosis protege al paciente de la emesis (vómito) aguda que se presenta dentro de las 24 horas posteriores de la administración de la quimioterapia.

Las administraciones en días posteriores, que generalmente es un tratamiento oral, protegerán a los pacientes de la emesis tardía que se puede presentar 24 horas después de la quimioterapia.

Existen tres clases de antieméticos recomendados: los antagonistas de los receptores de las serotoninas comúnmente llamados Setrones, otro grupo son los antagonistas de la dopamina, y por último, el más novedoso de todos que son los antagonistas de las neurocininas.