Cómo nació, creció y revolucionó la industria el sistema operativo de software libre que hoy usan desde Google y Amazon hasta la Bolsa de Valores de Londres. Además, cómo instalar Linux en tu PC
Hace dos días el sistema operativo Linux cumplió 20 años, coronando una historia que comenzó como un ejercicio académico, pasó al ámbito de los hobbistas, los expertos en tecnología, las grandes corporaciones y, finalmente, el público masivo. Esto último incluye tanto a los que activamente eligen usar Linux en alguna de sus múltiples formas (con alguna distribución para la PC, por ejemplo) como a los que lo usan sin saber que lo hacen, como la mayoría de los usuarios de móviles con Android (que está basado en Linux), GPS, computadoras de autos y televisores, entre muchos otros.
Y por supuesto es muy utilizado en el ámbito corporativo para todo tipo de tareas; la mayoría de las películas de animación hechas en Hollywood, por ejemplo, se genera con equipos corriendo Linux; es lo que da vida a la gran parte de las supercomputadoras más poderosas del planeta y mantiene en línea a aproximadamente un tercio de los servidores Web del mundo.
Fue un 25 de agosto de 1991 cuando el estudiante finlandés Linus Benedict Torvalds publicó, a los 21 años, un mensaje en un grupo de noticias sobre Minix en el servicio Usenet. Minix era un sistema operativo educativo de código abierto creado por el profesor Andrew Tanenbaum, que Torvalds estuvo investigando.
Minix se licenciaba sólo con fines educativos, y Torvalds decidió crear una versión propia gratis y, más tarde, distribuirla con la licencia GPL del Proyecto GNU que Richard Stallman fundó en 1983 (la licencia es de 1989), y que postula la distribución del sistema operativo (o de una aplicación) junto con su código fuente para que pueda ser modificado por los usuarios.
Linux creció al calor de una comunidad mundial de desarrolladores (ver La compu, en página 2), para los que resultó muy atractivo poder modificar el código original a su antojo y llevarlo a computadoras distintas de la que tenía Torvalds (una 386). Esto permitió generar, para bien o para mal, diferentes versiones del mismo tronco de Linux. Estas variaciones se conocen como distribuciones, y existe una cantidad enorme de ellas; las diferencias van desde lo estético hasta las aplicaciones básicas que incluyen o su optimización para ciertos usos o procesadores centrales.
En el ámbito de las PC, por ejemplo, hay varias muy populares; la que en el último tiempo logró captar el mayor interés de los usuarios es Ubuntu ( www.ubuntu.com , gratis ). Musix ( www.musix.org.ar ) es una distribución armada en la Argentina para músicos; Puppy (www.puppylinux.org) está pensada pasa usarse en computadoras anticuadas. Pero precisamente porque cualquiera con un poco de pericia puede crear su propia distribución, hay muchísimas alternativas.
Unas pocas, no obstante, son las que han logrado la sofisticación, simplicidad y difusión necesarias para ser útiles al usuario novel. Además de las mencionadas arriba nos parecen buenas alternativas Fedora ( www.fedoraproject.org/es ), Mint ( www.linuxmint.com , usa Ubuntu como base), PCLinux ( www.pclinuxos.com ) o Joli ( www.jolicloud.com , muy orientada al uso de aplicaciones Web), entre muchas otras. En nuestro país hay varias distribuciones en desarrollo; entre las más antiguas y difundidas están Ututo (
http://www.ututo.org.ar ) y Tuquito (
http://www.tuquito.org.ar ).
Lo importante por tener en cuenta cuando se piensa en Linux para la PC es, primero, que funciona de una manera muy similar a como lo hacen Windows u Mac OS X (y además es gratis). Algunos programas cambian de nombre, otros (como los navegadores Web) son los mismos y algunas tareas se resuelven de una manera levemente distinta, pero con un poco de sentido común y paciencia se puede aprender a manejar este sistema operativo sin complicaciones.
Otros dos elementos clave que deberían ayudar a alguien a decidirse probar Linux es que esto puede hacerse sin modificar un bit de la instalación de Windows de la computadora, y que en el caso de que se quiera instalar en forma permanente en la PC puede convivir con Windows como dos buenos vecinos.
Primer paso en Ubuntu
Consideramos que Ubuntu es una buena alternativa para acercarse al mundo Linux por varias características. Una (que comparte con Joli OS, entre otros) es que puede instalarse como una aplicación dentro de Windows, y se agregará como una alternativa de booteo al inicio del equipo. No hay que particionar el disco ni nada semejante, aunque esto eventualmente será útil si nos gusta Ubuntu.
También (y como otras distribuciones de Linux que usan lo que se denomina Live-CD) es posible grabar el sistema operativo en un CD, DVD o pendrive USB y usarlo desde allí; tardará más en cargar, pero nos permitirá usar las aplicaciones, ver si nos sentimos cómodos con Ubuntu, etcétera, y luego decidir si lo queremos tener en forma permanente en el rígido.
Primero hay que ir a
http://www.ubuntu.com./download y elegir cómo lo queremos obtener. Las dos primeras opciones darán un mismo resultado, la descarga de un archivo .ISO que luego hay que grabar como imagen de disco en un CD o DVD (con cualquier software para quemar CD) o en un pendrive, un proceso algo más complejo.
En el tercer caso lo que se descargará es un ejecutable (wubi.exe) muy pequeño. Al correrlo ofrecerá descargar los archivos necesarios para instalar Ubuntu en paralelo a Windows, y requerirá definir cuánto espacio le asignaremos para que use (y en qué disco vivirá, si tenemos más de uno), crear un usuario, elegir un idioma para el sistema y esperar a que baje los datos de Internet. Requiere al menos 4 GB libres en el disco duro, y descargará unos 700 MB de la red, así que el proceso puede tomar un rato. Los usuarios de Windows 7, además, deben ejecutar el archivo con el modo de compatibilidad para Windows Vista.
Terminada la instalación, al reiniciar el equipo aparecerá una pantalla con dos opciones: usar Windows o Ubuntu.
Esta distribución, creada por Mark Shuttleworth (al que LA NACION entrevistó en 2008, ver www.lanacion.com.ar/1064894 ), tiene algunas particularidades. Se actualiza dos veces al año (más allá de las nuevas versiones para cada aplicación) y con la última (la 11.04) viene activada, de forma predeterminada, una vista denominada Unity, que implica una forma de uso levemente diferente a lo anterior, y a lo que Windows u OS X ofrecen.
En vez de tener una barra superior o inferior con accesos directos, las aplicaciones activas y un menú general donde se listan todas las aplicaciones y herramientas disponibles, Unity propone una barra vertical visible en forma permanente, que funciona como lanzador de herramientas de uso habitual, acceso al buscador y administrador de aplicaciones, archivos (un poco al estilo de cómo funciona el cuadro de búsqueda en el menú Inicio de Windows 7) y punto de entrada a Ubuntu One, la carpeta online gratis con 2 gigabytes de capacidad que recibe cada usuario.
También está allí el Centro de software, la tienda para descargar aplicaciones de todo tipo. La enorme mayoría es gratis.
Los usuarios que vengan de Windows deberían buscar allí e instalar un paquete denominado Extras restringidos, que permite tener en el equipo elementos que no son de código abierto, pero que son populares en Windows, como el soporte para la reproducción de música en formato MP3 o DVD de películas, Adobe Flash 10 para la Web, las tipografías estándar provistas por Microsoft y otros elementos.
También es recomendable buscar los drivers para la placa de video (con la herramienta Controladores adicionales en el menú de administración del equipo), ya que esto permite habilitar, si la PC es suficientemente moderna, animaciones, transparencias y otros muy agradables cambios cosméticos.
Las aplicaciones disponibles en Ubuntu son las mismas que estarán en otras distribuciones como Fedora o OpenSuse; lo que cambia, en general, es alguna configuración para optimizar su funcionamiento con el resto de las herramientas incluidas en esa distribución particular. Alcanza con elegir cuál queremos usar, cliquear en el botón Instalar y esperar a que se descargue de Internet; no es necesario configurar nada.
Los usuarios que quieran un escritorio de estilo tradicional pueden cambiar esto seleccionando Ubuntu Clásico en la caja que aparece en la base de la pantalla de inicio de sesión. Unity y Gnome (el entorno de escritorio que se cargará con la opción Ubuntu Clásico) no son las únicas alternativas gráficas para Linux. También son muy populares KDE, Xfce y, en los últimos tiempos, LXDE.
Cambia no sólo el aspecto de los íconos, las barras y los bordes de las ventanas; también se modifican las herramientas básicas del sistema operativo, las vistas disponibles, la manera en que reacciona ante un comando, etcétera.
Lo bueno de Linux es que es posible cargar estos entornos gráficos como una alternativa más, sin modificar nuestros datos. Si no son de nuestro agrado alcanza con desinstalarlos y seguir como se estaba antes, manteniendo toda nuestra información a salvo..